MI RATITO EN GUADALIX

Hoy voy a contaros mis dos horas en la casa, aunque Koldo piense que no hay mucho que contar, pero os aseguro que dio mucho de sí el tema.

Yo os he explicado que me pusieron una venda, y un chico me estuvo dirigiendo por una especie de trastienda, hasta que llegamos a una puerta, me la quitó, y allí me dejó. Todos visteis la cara que se me quedó al entrar y encontrarme con una persona conocida, pero lo que no visteis es que me quité el micrófono, y empecé a aporrear la puerta por la que había entrado. Estaba nerviosísima. Sólo podía pensar en mi familia y en mi marido, y en la cara que se le habría quedado a mi hermana en el plató. ¿Sabéis una cosa?, que yo me separé para alejarme y ver las cosas desde fuera, y luego llegó el que me iba a salvar, pero como entre todo lo que sucedió me dí cuenta de que lo que tenía no era perfecto pero era muy bueno, y yo había decidido volver a mi casa y a mi vida, pues le conté a poquísima gente que me había separado, y como la entrada fue tan rápida e inesperada, que hasta a Doña Micaela le adelantaron su vuelta de vacaciones (esto lo ha contado ella en una revista), pues había mucha gente que ni sabía mi situación, así que ¡imaginad!. Seguramente ahora mismo estaréis pensando, que tarde o temprano saldría este tema en la casa, pero yo tenía muy claro que solamente iba a decir que nos estábamos dando un tiempo, y absolutamente nada más. ¿Sabéis?, si ellos no me hubieran montado el gran escándalo, es muy probable que yo hubiera recuperado mi vida, porque nosotros nos queremos muchísimo. No hay día que no piense y me preocupe por él.

Este chico me miraba y hablaba con sonrisa fingida, porque él creía que yo estaría feliz, ya que él está encantado de conocerse y piensa que todo el mundo igual. Él nunca esperó que yo me fuera de la casa, porque él es tan irresistible......
¿Sabéis?, yo miraba la casa con pena, ¡era muy bonita!, porque desde el primer segundo lo único que me preocupaba era encontrar una puerta de salida. Veía a esos chicos ilusionados, dando vueltas por la casa, y yo lo único que quería era evaporarme y salir por debajo de la puerta por la que había entrado. Comencé a pegarme golpes en el micrófono, y al Gran ojo que todo lo ve no le quedó más remedio que llamarme al confesionario. Me despedí de la chica que me acompañó hasta las escaleras y supe que ya nunca volvería a bajar.

Os preguntaréis el motivo por el que no comento nada de la otra persona que entró en la casa y, os diré, que no es por desprecio, sino que ni me afectó en mi decisión, ni la conocía de antes, ni la conozco ahora, ni ganas, así que como no forma parte de mi vida ni de mis recuerdos, pues me la salto.

Cuando entré en el confesionario había una foto de cada uno de los concursantes en la mesa, y yo cogí la mía y la estuve rompiendo en pedazos todo el tiempo que estuve allí sentada, pero subtitularon que yo estaba rompiendo la foto de este chico, ¡vamos!, en plan despechado o algo así. Nunca pensé que se estaba retransmitiendo mi conversación del confesionario ¡os lo juro!, pero no podían permitir que se les escapase ver sufrir a alguien en directo, pero no les regalé ni una lágrima, las eché todas cuando llegó mi hermana.

El Super sabía que ya no tenía ningún argumento conmigo, porque los había utilizado todos la semana antes para llevarme engañada, pero lo intentó, aunque sabía que era todo en vano. Cuando cerré la puerta me encontré unas angostas escaleras y, al fondo, unos de los grandes cabizbajo, y les dije que si se me acercaba alguien, no sabía lo que podría salir de mi boca, así que por favor, quería estar sola. Con los nervios no había comida nada en todo el día, así que me metí en una habitación llena de canapés, y me puse a comer compulsivamente.

Y... mañana sigo, que he quedado y me tengo que emperifollar. ¡Qué mal suena!,¡ menos mal que estoy en familia!y Cristinita no creo que vuelva a aparecer.

Un besito y.....¡hasta prontito!


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